solo queda la vaguedad,
y como la letra de la historia popular:
huye con visaje ciego y oscuro
a ser etérea.
Entre las formas que se caen,
el criterio del crucifijo,
dona su infortunio como ejemplo
del arranque que descosió la tierra;
veis, la insipiencia,
nos puso juntos para el horror,
y sin embargo,
en la séptica de los bienes arcanos,
la deificación de los símbolos
ya no importa mucho...
Cuando el atletismo de mis colmillos
rechine en tus ojos,
lo que espanta a la muerte
ya no entra en rendimiento...
Ahora huye convincente de la luz.
me encanta la idea de que con un mordisco volverse vampiro :[
que descances :)
De un tiempo acá me fijo más en el proceso de transformación que en el vampiro en sí. Puede ser muy romantico, muy nefasto. Depende de las circunstancias.
Y eso lo pude ver en tu poema, el cual, como siempre, he encontrado delicioso. Formas nuevas viajan por mi mente de nuevo, y en parte te lo debo.
Gracias, amigo.
De acuerdo con Al Herrera: en el proceso está el atractivo, el "cráneo" de todo esta subcultura del vampirismo y sus víctimas y victimarios. Es como el acto sexual en sí: su antesala resulta en muchas ocasiones más erótica y estimulante que el coito en sí mismo. Abrazos agripados, Roger.