Una aguja encallada en los arrecifes
del coro coaxial de la nave liberó, en el sector 34,
el ácido lisérgico de nuestro amor por los artefactos.
Los módulos de oxigeno no se contaminaron,
pero se afectó el equipo óptico de los androides
tenedores de las memorias desatadas en nosotros.
A babor, la modestia parece envolver al satélite,
perfilando la frecuencia del movimiento receptor
que engendra, por conexión de ondas,
el carácter enternecedor de un destino solitario
que nos advierte, desde su órbita, señales en los monitores
del peinado magnético y la pena de muerte
de una estrella naciente.
Genial! Roger, tienes la genialidad de permitirme, con tus versos, visualizar esa estrella naciente destinada a morir en el sinfin de los tiempos.
Un abrazo
Maffi